jueves, 21 de junio de 2007

Oscuridad

Las 3 de la madrugada de un miércoles, al igual que ayer... y el OK Computer de Radiohead que no para de sonar. En el ordenador, en mi cabeza. ¿Dormir? No entiendo. Por cierto, ya es 21, día de la música. Y me pregunto, ¿eso qué es? Si se puede hacer todos los días y a todas horas, qué os voy a contar...

Tengo ganas de descansar, ha sido un día largo.

La oscuridad siempre está sola. El camino hacia ella no se realiza acompañado. La ausencia. El vacío. La introspección. Alguna mirada atrás, de soslayo. Tímida, muy tímida. Quizá el miedo. La atracción. La absorción. El cuerpo se arquea hacia adelante. La cabeza atrás. Los pies se reblandecen, se dilatan. Lacios, también se arquean. Dejarse llevar como un pez rendido. Atonal. Un arco sin punto de apoyo. Me arrastra y poco puedo hacer. ¿Y después? No hay oscuridad. La vista no es. La gravedad y el peso en el estómago. El dolor. La alerta. El cerebelo dice basta y enciende un fuego. La oscuridad vuelve a rodearme, pero ya no estoy solo. El miedo está conmigo.

sábado, 16 de junio de 2007

¿Secuoyas en el Montseny?

El sábado 09 de junio realizamos una excursión en bicicleta por la falda norte del Montseny. Éramos 5: Elías, Esteban, Jorge, yo y Mike, el organizador.

Una buena pista que comienza en Arbúcies va tomando altura entre un fantástico bosque durante más de 15 km. El desnivel salvado es de unos 900 – 1.000 m que, para mi sorpresa, costó menos de lo esperado. El ambiente es excelente. Un bosque húmedo plagado de helechos nos acompaña en toda la subida. Árboles altos, muy altos mezclados con un sotobosque abundante. Una sombra refrescante y muchas fuentes de agua bien fría. Pero el camino nos deparaba algunas sorpresas más…


La pista, en su mayor parte, es de propiedad privada. Una cadena limita el paso de vehículos a motor, aunque se puede circular por la misma si se paga el peaje a la dueña. Por suerte, todavía no se le ha ocurrido cobrar a los que pedalean o caminan.


Secuoyas en el Montseny. Increíble, pero cierto. No sé muy bien cómo han llegado hasta aquí, pero seguro que no las trajo el viento. Encontramos unas cuantas decenas salpicando la subida de manera intermitente. Las secuoyas son una familia de árboles enormes. En lugares como California llegan a superar los 50 m de altura y su tronco varios metros de diámetro. ¿Os acordáis del Oso Yogui en el Parque de Yellowstone?


Como si de un bosque encantado se tratase, la pista es de nunca acabar, ofreciéndonos unas vistas preciosas de las Agudes y de la Cresta dels Castellets (agradable caminata con divertidas grimpadas, recomendable siempre y cuando el vértigo y el miedo a la altura no os acompañe). No me hubiera sorprendido escuchar a Lorenna McKennit entre la espesura.


Al pasar el Coll de Té y dejar a Jorge para disfrutar de la soledad del lugar en los últimos kilómetros, llegué arriba tras 2h y cuarto. Eso sí, Elías llegó unos 45 minutos antes y tiene 20 años más que yo. Deprimente. La vuelta por el mismo camino y con culebra de regalo. Luego, comilona.