martes, 7 de agosto de 2007

El límite de la Luna - Prosa

Muchas noches me he visto envuelto en conversaciones donde se dirime si lo que miramos es luna llena o no. La última vez logré entender la respuesta: seguramente nunca es luna llena. ¿Cómo decidir algo aparentemente sencillo, pero que al indagar descubrimos que comporta una cierta complejidad?

Podemos decir que tal día es luna llena consultando un calendario de fases lunares. El problema es que la respuesta corresponde a una pregunta errónea: ¿Qué noche es luna llena?

Si reflexionamos un poco qué significa la fase llena de la luna, podemos decir que se traduce por aquel momento en el cual toda la cara visible de la luna refleja la luz solar, no existiendo, por tanto, ninguna sombra sobre la misma. Yo os pregunto, ¿cuánto dura ese momento?

La luna llena es un límite, un instante, un momento imperceptible e incalculable. No es rápido, es efímero. La lluna llena no existe. No somos capaces de percibirla.

Confiada sinapsis, no te has dado cuenta. Se ha escapado, otra vez...

El límite de la Luna - Poesía

Hay noches especialmente atrayentes.
La claridad, el límite y la luna.
¿Cómo llegar a su cálculo?
Saber cuándo es luna llena.
Hoy no.
Será mañana.
¿Cuándo?

El terminador se acerca al límite
y no estás atento.
Hoy era luna llena,
pero ya está menguando.

¿Qué ha pasado?
Sólo me distraje un segundo.
El tiempo no se detiene.
Fracciónalo.
Hazlo puré.
El tiempo no se detiene.
Ni siquiera en el límite.

Vall de Benás

El último fin de semana de julio nos escapamos a la Vall de Benás, Samu, Judit, Noemí y yo. Uno de esos lugares explorados en mi cabeza, pero nunca visitado. Llegamos a la 1 de la madrugada y montar la tienda fue todo un cachondeo. Eran casi las 4 cuando nos fuiimos a dormir (había uno que no paraba de hablar…).

Al día siguiente, tras desmontar la tienda y volverla a montar en otra parte del cámping, (¡Qué suelo más blando!) salimos hacia Pllan de l’Hospital. Allí nos montamos en el bus que nos llevaría hasta La Besurta, de donde partimos a las 12 de la mañana, más que tarde para una excursión. La ruta es un suave paseo hacia el Forau y Pllan d’Aiguallut, zona atestada de vacas con el Pic d’Aiguallut en primer término y el Aneto y parte de su glaciar, en claro retroceso, al fondo.


Dejamos el prado atrás, con la Tuca de Salvaguardia y el Pico de la Mina vigilando nuestros pasos.

Nos dirigimos hacia la Valleta de l’Escaleta que remontamos para alcanzar el coll de Toro (còth deth Hòro en aranés) y su ibón. En la subida la niebla nos esperaba impaciente. El frío se hacía notar y el ibón… ¿dónde estaba el ibón? No se veía nada.

Comiendo:
Tras comer, emprendimos la vuelta. El relax en Aiguallut (con chapoteo incluido), los refrescos en La Resurta y la decisión de bajar hasta Pllan de l’Hospital caminando (muy recomendable) hicieron que llegáramos a las 9 de la noche al aparcamiento.

Algunas flores que nos acompañaron durante el camino.



Etimología: en la Vall de Benás se habla una mezcla de fabla aragonesa y de catalán muy peculiar con influencias occitanas que denominan patués, de aquí la nomenclatura un poco sorprendente de algunos enclaves señalados anteriormente. No son faltas de ortografía. Me hubiera gustado escucharlo...