sábado, 29 de septiembre de 2007

Montrebei

Todo está pasando muy rápido. Mientras conducía, llegando a casa. Continúa.
Una imagen me ha hecho recordar. No son situaciones pasadas, ni lugares. Más bien sensaciones.
Eclipse.
Los reflejos naranjas se armonizan con los violáceos.
La luz, la humedad y el reflejo no cesan de recombinarse en aparente desorden.
Simple y repetitivo, otro atardecer acapara los sentidos que, transportados, se agudizan por momentos evocando esa comunicación con lo natural.
Los ojos, doloridos y desacostumbrados, se revelan.
La necesidad de escuchar el susurro mientras las sombras acarician una luna aparentemente estanca y gris.
Al otro lado, hacia el oeste, los pinceles no reposan aunque la paleta se agote, lenta y exhausta.
El viento, directo y maleducado, pule los cantos.
El repique de campanas.
La nostalgia ahoga y la mente se obsesiona.
Volver a caminar sobre tus piedras.

domingo, 16 de septiembre de 2007

Alimentando

Desayunemos juntos un pedacito de historia...



Fado Tropical – Chico Buarque

viernes, 14 de septiembre de 2007

Lluvia aparente

Miles de gotas rebotando a diferentes alturas.
Lluvia electrónica que pasea.
Parsimonia. Elegancia.
Blanco sobre negro.
Representación ralentizada.
La vista atrás.
Caricias olvidadas al caer.
Milímetro a milímetro.
Hundiendo la flota bajo la superficie.
Bajo el agua.
El movimiento, las ondas.
Distorsión...tan dulce.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Intromisión

Siempre me ha sorprendido la ligereza con la que algunas personas se entremeten en la vida de los demás. Comentarios fuera de lugar y demás. Palabras enlazadas sin demasiado sentido que, sin embargo, son aceptadas de manera genérica por un sentido común que yo desposeo o el cual no comparto en absoluto. Suponer los sentimientos, lo ocurrido o simplemente compararlo con una experiencia ajena a lo acontecido realmente. Tampoco podía faltar la guinda del pastel: ser más joven que el intrépido y omnipresente locutor provoca el prejuicio de la experiencia, ¿o debería decir soberbia? Esa nueva religión donde Dios es alienado y poseído por el alma de una persona se apodera de un sentido racional erróneo que verbal y sutilmente tiene el derecho divino de patear mi cara o la de cualquiera. ¡Qué fácil es criticar! ¿Escuchar?...

La experiencia es un grado. Eso me llena. Me hace crecer y conocerme más a mí mismo con el paso del tiempo. Un proceso natural, nada extraordinario ni remarcable. Otros parece que no crecen y que siguen dando pataletas cuando el viento no sopla en su dirección. Mi viento es mío. Y no, no sopla en tú dirección.

Hoy me han llamado cobarde por la decisión más valiente de mi vida. ¿Mañana? Mañana será otro día...

jueves, 6 de septiembre de 2007

Complejidad

Miro mis brazos y siguen marcados. Esbozo de sonrisa en mi rostro. Los dientes de una niña relucen sobre las fotografías. Contrastan con la tez morena del sol de julio. Mientras, dos personas calientan la cena y charlan en voz baja. Un golpe de tos doloroso me devuelve a la realidad. Retumba todo mi pecho y recuerdo la complejidad del entorno. La depresión torácica profundiza tanto. Tanto que presiona. Me ahoga. Pero nunca he sido dado a las peleas. Librarme de esas manos que me oprimen supone un cambio de rol demasiado grande. Y a mí los cambios me desestabilizan.

Continúo mirando las fotografías intentando que el esbozo retorne.

Desubicado

Un hueso dislocado sin sentido del equilibrio.
La brisa tambalea la figura.
Los hilos casi imperceptibles.
Aluminosis ósea.
Frágil.
Movimientos aleatorios.
Descontrolado.
El temblor se hace más tangible.
Comienza a llover.
No hay reflejos.
El viento marea y se tambalea como un trapo.
Perdida la esencia y roto, me empapo.
No consigo secarme y mis poros se dilatan, despacio, sin fin.
Quizá sea la única manera de salir.
Poder estirar las piernas.
Olvidar la marioneta y controlar el vaivén.
La única manera.