Siempre me ha sorprendido la ligereza con la que algunas personas se entremeten en la vida de los demás. Comentarios fuera de lugar y demás. Palabras enlazadas sin demasiado sentido que, sin embargo, son aceptadas de manera genérica por un sentido común que yo desposeo o el cual no comparto en absoluto. Suponer los sentimientos, lo ocurrido o simplemente compararlo con una experiencia ajena a lo acontecido realmente. Tampoco podía faltar la guinda del pastel: ser más joven que el intrépido y omnipresente locutor provoca el prejuicio de la experiencia, ¿o debería decir soberbia? Esa nueva religión donde Dios es alienado y poseído por el alma de una persona se apodera de un sentido racional erróneo que verbal y sutilmente tiene el derecho divino de patear mi cara o la de cualquiera. ¡Qué fácil es criticar! ¿Escuchar?...
La experiencia es un grado. Eso me llena. Me hace crecer y conocerme más a mí mismo con el paso del tiempo. Un proceso natural, nada extraordinario ni remarcable. Otros parece que no crecen y que siguen dando pataletas cuando el viento no sopla en su dirección. Mi viento es mío. Y no, no sopla en tú dirección.
Hoy me han llamado cobarde por la decisión más valiente de mi vida. ¿Mañana? Mañana será otro día...
La experiencia es un grado. Eso me llena. Me hace crecer y conocerme más a mí mismo con el paso del tiempo. Un proceso natural, nada extraordinario ni remarcable. Otros parece que no crecen y que siguen dando pataletas cuando el viento no sopla en su dirección. Mi viento es mío. Y no, no sopla en tú dirección.
Hoy me han llamado cobarde por la decisión más valiente de mi vida. ¿Mañana? Mañana será otro día...
1 comentario:
Alber -me encanto-
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